jueves, 27 de septiembre de 2012

SI ME VES FUERA DEL CAMINO...

 
 
Si me ves cansado, fuera del sendero,
ya casi sin fuerzas para hacer el camino...
Si me ves sintiendo que la vida es dura,
porque ya no puedo, porque ya no sigo...

Ven a recordarme cómo es un comienzo,
ven a desafiarme con tu desafío.
Muéveme en el alma, vuélveme al impulso,
llévame a mí mismo...

Yo sabré entonces encender mi lámpara
en el tiempo oscuro y entre el viento frío
volveré a ser fuego desde brasas quietas
que alumbren y revivan mi andar peregrino.

Vuelve a susurrarme aquella consigna
del primer paso para un principio.
Muéstrame la garra que se necesita
para levantarse desde lo caído.
Si me ves cansado fuera del sendero,
sin ver más espacios que el de los abismos.

Trae a mi memoria que también hay puentes,
que también hay alas que no hemos visto...
Que vamos armados de fé y de bravura,
que seremos siempre lo que hemos creído.
Que somos guerreros de la vida,
y todo nos guía hacia nuestro sitio.

Que un primer paso y que un nuevo empeño
nos lleva a la forma de no ser vencidos.
Que el árbol se dobla, se agita, se estremece,
deshoja y retoña pero queda erguido.
Que el único trecho que da el adelante
es aquél que cubre nuestro pie extendido...

Si me ves cansado, fuera del sendero,
solitario y triste, quebrado y herido,
siéntate a mi lado, tómame las manos,
entra por mis ojos hasta mi escondrijo.
Y dime se puede e insiste: se puede,
hasta que yo entienda que puedo lo mismo.

Que tu voz despierte, desde tu certeza,
al que de cansancio se quedó dormido.
Y tal ves, si quieres, préstame tus brazos,
para incorporarme, nuevo y decidido.
Que la unión es triunfo cuando ambos
vamos con el mismo brío...

Si me ves cansado, fuera del sendero,
lleva mi mirada hacia tu camino, hazme ver
las huellas, que allá están marcadas,
de un paso tras otro por donde has venido...
Y vendrá contigo una madrugada,
la voz insistente para un nuevo inicio.
Que abriré otro rumbo porque sí, he creído,
que siempre se puede, se puede, MI AMIGO.

Autor desconocido


viernes, 7 de septiembre de 2012

EL TREN DE LA VIDA

Hace algún tiempo atrás, leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren.
Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien interpretada.
La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado
de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros.
No obstante esto no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros.
Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos.
De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan
como un simple paseo
Otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje…
Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre
listos en ayudar a quien lo necesite.
Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente…
Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta
que desocuparon el asiento.
Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos,
se acomodan en vagones distintos al nuestro.
Por lo tanto,
se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos.
Desde luego, no se nos impide que durante el viaje,
recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos...
Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento.
No importa; el viaje se hace de este modo: lleno de desafíos, sueños, fantasías,
esperas y despedidas... pero jamás regresos.
Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible.
Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor de ellos.
Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos…
Ya que nosotros también muchas veces titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos,
mucho menos dónde bajarán nuestros compañeros,
ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.
Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia... Creo que sí.
Separarme de algunos amigos de los que hice en el viaje será doloroso.
Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste.
Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento,
llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje
que no tenían cuando embarcaron.
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso.
Amigo mío, hagamos que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya valido la pena.
Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza
y lindos recuerdos a los que en el viaje permanezcan.

A tí, que eres parte de mi tren, te deseo un...¡¡¡ Feliz viaje !!!
Anónimo
CON TODO CARIÑO LAURA

miércoles, 5 de septiembre de 2012

EL SENDERO

CÓMO SE ABRIÓ EL SENDERO

En el Jornalinho, de Portugal, encuentro una historia que nos enseña mucho respecto a aquello que escogemos sin pensar:

Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.
Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, lider de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.

(Autor: Paulo Coelho. Publicado en "El Semanal", nº 729.)

♥"Los cuentos sirven para dormir a los niños y despertar a los mayores"♥